20 de Noviembre 2001
Llegamos a Gran Canarias después de una larga y accidentada travesía. No tuvimos nada de viento pero sí ola así que navegamos a motor casi todo el trayecto por lo que ahora somos sustancialmente mas pobres…
El banco de baterías nuevas se sobrecargaron y ahora no sirven más.
En conclusión: SHIT HAPPENS!
Pero al mal tiempo buena cara. En vez de parar en Lanzarote decidimos ir directamente para Gran Canarias y tratar de solucionar el lío de las baterías e instalar un aparato de radio BLU (Banda Lateral Única) o SSB en inglés junto con un MODEM que nos permitirá mandar y recibir mails durante el cruce.
Llegamos a Gran Canarias, de noche por supuesto, y cuando entrábamos a la bocana del puerto, de la nada, y digo de la nada realmente, nos salió un barco de la policía que se nos acercó a una distancia bastante intimidatoria. Como si fuera poco, nos empezó a alumbrar con un reflector y a darnos vueltas. Saga paró la marcha y nos quedamos ahí parados mirándonos un rato largo. Saga dice que hacen su trabajo pero yo digo, un poco de respeto nunca viene mal, no? Por qué tratarnos como delincuentes? Acto seguido apagó las luces y desapareció. Enfilamos para entrar a puerto y cuando estábamos poniendo proa al viento para arriar la mayor nos viene otro barco, esta vez de Aduanas, y más de lo mismo. En fin.
Fondeamos en el puerto, que estaba llenísimo de barcos, y nos tomamos una merecida cerveza y nos fuimos todos a dormir.
Al otro día nos despertó la música. Saga fue con los chicos a tierra y volvieron enseguida contándonos que estaban todos disfrazados y que había una fiesta. Inés voló a producirse y cuando todos estuvimos listos bajamos a tierra donde había una regata de dinghies en plan cachondeo organizada por la ARC, la regata que cruza desde Gran Canarias al Caribe. Los chicos estaban fascinados con tanta música, tanta gente disfrazada y tirándose agua.
Cuando terminó nos fuimos todos directo a las duchas y ahí conocimos a una chica de Buenos Aires que también viaja con sus dos hijos y su marido en el “Rancho Relaxo of the Seas”. Los cuatro son encantadores y Martín enseguida congenió con Bruno, su hijo de 5 años. Ellos nos contaron que a la tarde se juntaban todos los barcos con chicos en la playa así que allá fuimos. Qué alegría para los chicos poder jugar con tantos chicos. Había de todas partes del mundo y hay que ver la facilidad de comunicación que tienen ellos a esas edades. Inés enseguida se hizo amiga de Laura, del catamarán “Mares” y Martín con Tomás hicieron el burro con Bruno y con Angelo del barco “Joceba”. Hay que ver la energía masculina que desplegaron. Se dedicaron toda la tarde a empujarse y tirarse uno encima del otro. Cuando los vi llenarse las manos de arena para tirársela por la cara salí disparada para frenarlos pero para mi asombro se partían de risa. Y así terminaron, llenos de arena. Y felices.
La playa estaba llena de dinghies con gente que navega como nosotros. Y nos sentimos contentos. Contentos de compartir historias y cosas en común y descubrir que por mas que estemos haciendo todos casi lo mismo somos todos muy diferentes. Cada barco es una historia y una forma de hacer y ser muy diversa. Pero el espíritu gregario del hombre, como diría el Chango Sala, se alimentó mucho de toda la lindas amistades que hicimos en Canarias.
Conocimos una pareja de Suizos con su hija en un catamarán, el “Mares”. A otra pareja de franceses con su hijo nacido en Tailandia en el “Joceba”. A una argentina con un austríaco con una hija y un hijo hermosos a bordo del “Rancho Relaxo of the Sea”. A otro argentino de Puerto Madryn que apareció una mañana con su dinguie por nuestro barco con su mujer norteamericana y su hija e hijo a bordo del catamarán “Begonia”. A una pareja de ingleses con sus dos hijos que vienen navegando hace rato a bordo del “Yindee Plus”.
Y la estadía que pensaba ser de solo unos días se extendió una semana. No nos queríamos ir. Los chicos estabn felices y nosotros también. Pero bien es sabido que el destino del marinero es decir adios así que decidimos hacer una fiesta de despedida a bordo del barco. Fue bastante improvisada, muy a nuestro estilo! Saga salió con el dinguie por el puerto a avisarle a algunos barcos con chicos para que vinieran a visitarnos y en el camino fue invitando a otros desconocidos más. Se sumaron 11 niños y niñas a bordo. Cuatro idiomas diferentes: castellano, inglés, francés y suizo. Maite improvisó un show de muñecos que siguieron todos. Y después jugaron y jugaron. Y los padre fueron llegando después y el Express Crusader rebosaba alegría. Y como los chicos no se cansan nunca, después de semejante farra Inés y Martín se acoplaron a los del “Begonia” y se fueron a comer una hamburguesa!
Partir fue difícil. Inés quedó extrañando a su amiga Laura y Martín a Bruno. Y nosotros a toda esta linda gente que nos cargó las pilas. Ahora nos dieron más ganas todavía de seguir viaje y seguir conociendo nuevos lugares y nuevas historias.