Ayer navegamos desde St Marteen hasta Anguila y paramos en esta isla de arena. Una maravilla. Una cantidad de vida. Los chicos y los grandes nos entretuvimos toda la tarde mirando erizos blancos, caracoles, pájaros, cangrejos.
Estábamos amarrados a una boya y Saga decidió pasar la noche ahí, cosa que está prohibidísimo pero apagamos todas las luces y calladitos nos quedamos.
Es un lugar para quedarse.
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