Y una
de esas noches de inspiración, luego de una cena maravillosa disfrutamos del
“Trago de la Casa”.
En
Dominica compré un chocolate casero, una señora vendía el chocolate hecho por
ella, te vendía un pedazo que mas parecía un sorongo disecado que algo rico
pero como era algo hecho ahí y muy natural lo compré. No lo había usado hasta
este momento.
Después
de cenar nos dieron esas ganas de comer algo dulce y a bordo no había nada.
Revolviendo encontré dentro de papel de plata este pedazo de chocolate y lo
puse a calentar con leche y azúcar, como un remo. Lo tuve que colar porque
tiene mucha fibra y después le añadí un buen chorro de ron añejo.
Bien
calentito, dulce y revitalizante. Para levantar un muerto!
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