Y
llegamos a Azores.
Qué
lindo que es estar en tierra firme después de 16 días en el mar, es casi tan
lindo como cuando se zarpa. Salir y llegar.
Cuando
tuvimos el barco bien amarrado destapamos una botella de champagne, alto
champagne, un Cristal de 10 años y brindamos por esta linda aunque fría
travesía.
Al otro
día Saga de levantó temprano y se fue en busca de una panadería. Volvió cargado
de croissants y panes de chocolate y como siempre, la que mas disfrutó fue
Inés!
Después
de haber hecho la entrada del barco y de los tripulantes en migraciones nos
ubicaron dentro de la marina, al final del todo. La marina para esta época del
año está repleta de barcos como nosotros que van llegando del Caribe así que se
van abarloando de a 3 o 4.
El
lugar tiene mucho encanto, el suelo y las paredes están repleta de pintadas con
los nombres de los barcos ya que la tradición dice que no se puede dejar Horta
sin haber hecho la pintada pidiendo buenos vientos para el resto de la
travesía.
Y el
resultado es una historia sin fin de barcos que van pasando por este puerto.
Nos entretuvimos viendo muchos barcos de amigos y muchos barcos legendarios
como el Penn Duick, el America, etc.
Por la
noche nos fuimos a cenar a un restaurante que era la única cosa que conocí en
mi anterior visita a Horta en 2001. Un restaurante donde usan una piedra
basáltica en lugar de plato y ahí uno mismo se va cocinando la carne, el
pescado, el calamar, umm, buenísimo. Nunca vi comer tanto a Inés y Martín.!
No hay comentarios:
Publicar un comentario