Ya caía
el atardecer en Cala Saona. Habíamos ido con los chicos al costado de la playa,
junto a unas rocas, donde ellos pescan y nosotros disfrutamos de un poco de
soledad. Es un rinconcito donde se juntan unos cuantos nudistas y nosotros, con
todos nuestros trajes de baño. Está bueno porque siempre hay alguno tocando la
guitarra, haciendo una meditación, tiene onda el lugar. Si bien Formentera da
mucho para tragarse un pedo místico, es indudable que rebosa energía.
A lo
que iba. Cuando atardecía estábamos de Nuevo en la playa y habíamos llevado la
tabla de surf para que los chicos jueguen, a veces la llevamos a remolque con
el dinguie y ellos van arriba haciendo payasadas.
Martín
se fue al agua con la tabla y el cielo se empezó a poner de ese color rojo
fosforito y con las mini olas Martín empezó a surfearlas y a remar mar adentro.
Desde donde estábamos sentados nosotros, remaba en dirección al sol lo que
hacía la foto insuperable.
Fue una
de esas fotos que nunca sacaste pero que te quedan grabadas en la memoria para
siempre. Le decía a Saga, que despotricaba por no haber tenido la cámara, que
menos mal que no sacamos la foto porque así lo recordaremos mucho más. Nos pasa
que cuando sacamos la foto la guardamos en el disco duro y no en nuestra
memoria. Esta vez es diferente.
Lectora silenciosa desde el dia 1, que hermoso viaje el de ustedes. Claramente se nota mi envidia sana por supuesto!
ResponderEliminarBeso grande! disfruten un poco de la tierra firme!
pero mirá que buena reflexión te mandaste!!! igual la foto que si sacaste es TREMENDA!!
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