Nos despertamos bien temprano, para
nosotros se entiende, tipo 9. Desayunamos bien, como corresponde a todo buen
pescador que se precie y esperamos que apareciera nuestro amigo Jesús. El de la cruz no, un amigo
que es local de Formentera, no hay muchos, este es uno. Tiene una tienda de ropa,
muy recomendable. Se llama Costa Formentera.
Al rato
apareció por Cala Saona con su lancha de 200 HP, los chicos estaban
contentísimos, acostumbrados a ir a dos por hora en nuestro dinghie, subirse a
una lancha rápida es tocar el cielo.
Navegamos
muy poquito, solo salir de Cala Saona hay un banco de Raones (no se lo cuenten
a nadie!). Los Raones son unos pescaditos multicolor, deliciosos. Tienen una
veda que dura todo el verano hasta el 1 de Septiembre cuando todos los fanas se
tiran de cabeza al mar para pescarlos.
Y ahí
estábamos nosotros. Se pesca con un anzuelo muy pequeño y con un trocito de
gamba, si son muy finos los bichos.
Preparamos
todos los anzulos, carnadas, apagamos motor y tiramos al agua. Al segundo
Martín grita que había pescado, al segundo. Levantó la caña, que tiene 3
anzuelos y en los 3 había pescado.
Pasamos
la mañana en la barca, demás está decir que yo no pesqué ni uno, soy un queso
declarado. Pero nos volvimos a nuestro barco y con algunos pescaditos que
juntamos preparé un fumet e hice un arroz que estaba de muerte junto con los
pescaditos hechos vuelta y vuelta en aceite muy caliente, como manda la
tradición.
Comer
pescado recién sacado es uno de los placeres de esta vida, para qué negarlo.
Matar bichos no es lo mío, será que comerlos sí.
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