Amarramos (dijo el mosquito, ni un cabo toqué!) en el puerto comercial de Gibraltar. Uno de esos No Lugares. O mejor uno de esos lugares para hacer lo que se hace en esos No Lugares: cargar combustible, comprar Tax Free y abrir cuentas en paraísos fiscales. Entre toda la tripulación creo que las hicimos todas.
Cargamos combustible durante horas...ja, me acuerdo la primera vez que cargamos con el Express Crusader que puse la manguera y me fui y Saga me preguntó dónde me iba? Claro, acostumbrada a los barcos grandes, donde el trámite del combustible tarda horas, yo puse la manguera y me iba!
Esa noche vino, a domicilio, el del maletín negro. Un sujeto que traía formularios varios para rellenar para abrir cuentas bancarias, un banquero a domicilio!
Al otro día nos fuimos a ver los monos. Viven sueltos por la cima del peñón y son profesionales en buscar en las mochilas de los turistas cualquier trozo de comida por lo que hay que estar prendido al bolso como a tu vida. Nosotros fuimos sin nada, previo aviso, y vimos intentos de robo (por parte de los simios, cabe aclarar) cada diez minutos. Era muy cómico.
Después visitamos una cueva con estalactitas y estalagmitas y unos túneles que cavaron los soldados británicos en el 1700 cuando conquistaron definitivamente el peñón.No me quiero enroscar porque la cosa no termina bien, solo decir que qué ganas de meterse en tierras ajenas...
Y acá les dejo una memoria a los pilares de Hércules, esas dos torres que indicaban la separación entre el mundo conocido (el Mediterráneo) y el desconocido. Non Plus Ultra. Una especie de flechita que decía para allá no que no se sabe qué hay.
Y para allá vamos nosotros, ahora con rumbo conocido. Y con una sensación de llevar el Express Crusader a bordo también. Él viaja con nosotros. Eso seguro.
The spirit is In The House.