Cuando uno vive en una casa y se va a dormir puede que en ese paso intermedio antes de quedarse sopa escuche un grillo, un perro a lo lejos, una sirena si es en Barcelona (muchas sirenas) ,etc., etc.
En un barco, léase, máquina en movimiento, los ruidos son infinitos. En la quietud de la noche se descubren las puertas de los armarios que no cierran a la perfección, los miles de herrajes de cubierta que se mueven con el viento o las olas, la vajilla, las cacerolas y el etc es el infinito.
Y no importa que al otro día acomodes lo que la noche anterior hizo ruido. Acá uso la frase preferida de mi marido: “En un barco nunca se dan dos condiciones iguales”. Y no, al otro día el viento no va a soplar de ahí y la ola no va a venir de allá así que la serenata va a ser diferente.
Y esto lo escribo ahora, 23.37 hs cuando el ruidito de la botavara me está cercenando el poco cerebro que me queda en activo.
che el mapita de al lado no esta actualizando bien el recorrido me parece no?
ResponderEliminarAhora puedo comentar sin tener blog! fantastica historia y muy divertida tu forma de escribir...saludos!!!
ResponderEliminarMe uní a tu travesía el día en que Perica la presentó en su blog.
ResponderEliminarNo me alcanzan las palabras para contarte cuánto estoy disfrutando este viaje!!!
y lo que daría yo por dormir todos los días con el ruidito de la botavara!! jejejej!! Bellísimo tu blog y tu día a día!
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